Boas! Podéis seguir enviando algún
vídeo o foto de algún ejercicio o actividad física esta semana, para celebrar
el #DAFC2020, tal y como os comenté en la entrada anterior.
Hoy
os dejo unas notas a modo de reflexión para intentar que sepáis cuándo comemos
por hambre real o se trata de saciar la ansiedad. A darle a la cabeza:
La comida está presente en prácticamente todos los
escenarios de la vida. En casa, con la familia, en las reuniones de trabajo,
cuando quedamos con los amigos. Probablemente sea difícil nombrar alguna
situación en la que la comida no sea uno de los protagonistas. Si queremos celebrar algo, comemos. Si nos sentimos
tristes, comemos. Si estamos enfadados, comemos. Hasta si nos sentimos
aburridos, ¿qué hacemos? ¡Comemos!
Y ahora puedes pensar: “yo siempre que como es porque tengo hambre, si no no comería”. Efectivamente, cada vez que tienes hambre, comes. Pero, ¿cada vez que comes es porque tienes hambre? Probablemente no seas consciente de que, en algunas ocasiones, cada vez que ingieres un alimento, realmente el impulso no sea el hambre. O por lo menos no se trate de un hambre real, sino de un hambre emocional.
Voy a compartir contigo un sencillo test sobre hambre emocional que te va a servir para saber discriminar cuando es hambre y cuando no. Pero antes, déjame que te hable un poco sobre el comer emocional.
Y ahora puedes pensar: “yo siempre que como es porque tengo hambre, si no no comería”. Efectivamente, cada vez que tienes hambre, comes. Pero, ¿cada vez que comes es porque tienes hambre? Probablemente no seas consciente de que, en algunas ocasiones, cada vez que ingieres un alimento, realmente el impulso no sea el hambre. O por lo menos no se trate de un hambre real, sino de un hambre emocional.
Voy a compartir contigo un sencillo test sobre hambre emocional que te va a servir para saber discriminar cuando es hambre y cuando no. Pero antes, déjame que te hable un poco sobre el comer emocional.
¿Qué es el comer emocional?
Alimentos que se consumen: Cuando uno tiene hambre real se come “hasta las piedras” si es necesario. Por el contrario, con el comer emocional, el cuerpo por supuesto que no te va a pedir alimentos sanos y equilibrados, sino más bien todo lo contrario, alimentos hipercalóricos.
Causas: El hambre real es una auténtica necesidad para las personas. Sin comer y beber no podríamos vivir ni mantenernos en buen estado. Sin embargo, el hambre emocional se basa en una “necesidad de llenar un vacío interno”.
Sensaciones tras la ingesta de alimentos: Lo bien que se queda uno cuando después de realizar ejercicio físico, come y se siente satisfecho ya que su organismo era lo que necesitaba. No ocurre lo mismo con el comer emocional ya que las sensaciones que predominan son la culpa, vergüenza o incluso el arrepentimiento.
Tiempo de saciarse: El hambre física nos deja saciados durante horas. No ocurre lo mismo con el hambre emocional. Al no tratarse de una necesidad fisiológica, por mucho que comamos, la sensación de hambre volverá a aparecer en poco tiempo.
De este modo, podríamos definir el hambre emocional como una sensación o impulso que nos lleva a comer sin que exista una necesidad fisiológica. Comer sin hambre de forma impulsiva y descontrolada, movido por el aburrimiento, el estrés, la tristeza, el enfado, la soledad o la ansiedad.
Test hambre emocional.
Podemos tomar conciencia de
nuestra necesidad por comer realizándonos un sencillo test de hambre emocional. Podemos
preguntarnos:
¿Tengo el estómago vacío?
¿Me comería cualquier cosa en estos momentos?
¿Hace mucho que he comido?
¿Necesito realmente comer?
¿Estoy aburrido y por eso creo que necesito comer?
¿Me ha pasado algo y no quiero pensar en ello?
¿Parece que pierdo el control cuando como cosas que me gustan?
¿No tengo fuerza de voluntad a la hora de no ir a buscar comida?
¿No me sacio fácilmente?
¿Pienso constantemente en la comida sobre todo si me ha ocurrido algo malo?
¿Después de comer, cómo me siento?
¿Tengo el estómago vacío?
¿Me comería cualquier cosa en estos momentos?
¿Hace mucho que he comido?
¿Necesito realmente comer?
¿Estoy aburrido y por eso creo que necesito comer?
¿Me ha pasado algo y no quiero pensar en ello?
¿Parece que pierdo el control cuando como cosas que me gustan?
¿No tengo fuerza de voluntad a la hora de no ir a buscar comida?
¿No me sacio fácilmente?
¿Pienso constantemente en la comida sobre todo si me ha ocurrido algo malo?
¿Después de comer, cómo me siento?
¿Cómo superar el comer por ansiedad?
Debemos ser conscientes de si la sensación de hambre
se corresponde con un hambre real o un hambre movida por las emociones que
sentimos. Para ello, resulta clave identificar nuestras emociones y ser conscientes de nuestro estado de ánimo en cada
momento.Autoobservarnos antes, durante y después de la ingesta de comida para conocernos más. Determinar por qué queremos comer y si queremos hacerlo para anestesiar lo que sentimos.
Para evitar comer por ansiedad, debemos comer sentados y tranquilos. No engullir los alimentos, sino pararse a masticar y degustar despacio bocado tras bocado.
Se recomienda llevar a cabo una planificación diaria de comidas para aumentar el control. Y, por supuesto, no consumir alimentos con alto contenido en azúcar, sino cambiarlos por alimentos saciantes como frutas o verduras.
El deporte puede ser un gran aliado para descargar emociones negativas y liberar endorfinas. Además, tras la práctica de ejercicio, el cuerpo necesitará energía y comeremos de manera más saludable.