Pasar
más de 4 horas en el gimnasio es una señal de alarma que puede indicar este
padecimiento.
Por: PAULA PIMIENTO
En la actualidad llevar una vida
‘fitness’ es un tema de salud, pero también de moda. Muchos hablan de comer
saludable, de hacer ejercicio, de tener una figura atlética, pero la presión
social que muchos sufren produce que realizar ejercicio se convierta en una
obsesión y no en una actividad recreativa.
Recientemente se habló en medios de
comunicación sobre el caso de Mary Méndez, la presentadora del programa de
farándula ‘La Red’, quien reconoció en una entrevista a una revista que debido
a su obsesión por el ejercicio estuvo a punto de perder a su esposo y a su
familia.
Por tratarse de una conducta saludable,
la actividad física no es vista como un problema. De hecho, quienes dejan de
lado otras actividades y realizan esta práctica con demasiada frecuencia son
vistos con buenos ojos.
Este exceso de ejercicio y el fanatismo
por hacerlo es conocido como vigorexia: "Un trastorno psicológico también
llamado dismorfia muscular, complejo de Adonis o adicción al deporte. Para
algunos psicólogos es anorexia inversa”.
Al igual que la anorexia, una persona
que padece este trastorno se preocupa en exceso por cómo luce, pero además
genera una distorsión de su esquema corporal. Es decir, su concepto de sí
mismos no es real en cuanto a la apariencia física.
“Se ven como personas que tienen poca
masa muscular y por tanto tienen la necesidad inminente de mejorarla. La
vigorexia, como toda dependencia, se da cuando hay un uso excesivo del gimnasio
que produce consecuencias incluso negativas y significativas a lo largo de un
periodo de tiempo”, dice la especialista.
Médicamente no existe un hallazgo que
hable de la existencia de la vigorexia como enfermedad, pese a la popularidad
que ha tomado con la aparición de nuevos casos.
¿Cómo identificar el trastorno?
Generalmente quien padece este trastorno
no se da cuenta de que lo tiene, lo notan quienes lo rodean. Son ellos quienes
finalmente acompañan el día a día de una persona que vive por el ejercicio.
Siempre se ven delgados, sin músculo y
por eso requieren en su necesidad emocional aumentar la parte física. En la
anorexia la persona se ve gorda y siente esa necesidad de no comer o, en el
caso de los bulímicos, de bajar de peso corporal porque siempre se perciben
gordos así estén en los huesos.
Para detectar si una persona sufre dicho
trastorno es necesario analizar bien ciertos detalles que le pueden permitir
identificar que efectivamente lo padece. Éstas son algunas señales de alerta:
- Hacer ejercicios a una intensidad que
lo puede llevar a una lesión.
- Durar más de cuatro horas en el gimnasio.
- Manifestar sentirse débil y delgado, pese a estar bien físicamente.
- Obsesionarse por su figura.
- Ponerse de mal genio cuando no puede ir al gimnasio.
- Abandonar actividades de ocio diferentes al gimnasio.
- Deseos de salir del trabajo antes de lo habitual para ir a ejercitarse.
- Mirarse frecuentemente en el espejo.
- Tomarse medidas constantemente (masa muscular, peso, nivel de grasa, etc.).
- Durar más de cuatro horas en el gimnasio.
- Manifestar sentirse débil y delgado, pese a estar bien físicamente.
- Obsesionarse por su figura.
- Ponerse de mal genio cuando no puede ir al gimnasio.
- Abandonar actividades de ocio diferentes al gimnasio.
- Deseos de salir del trabajo antes de lo habitual para ir a ejercitarse.
- Mirarse frecuentemente en el espejo.
- Tomarse medidas constantemente (masa muscular, peso, nivel de grasa, etc.).
Pese a ésto, médicos especialistas aseguran que no existe una relación directa entre la asistencia al gimnasio y el
trastorno. Lo que es común en todos los casos es que esta práctica de actividad
física se hace en niveles que sobrepasan los límites fisiológicos y de todas
las bondades que le puede ofrecer al organismo, convirtiéndose en un ente
patológico que puede producir muchas alteraciones.
¿Cuál es el tratamiento más adecuado?
La vigorexia puede tratarse de dos
maneras: la primera, con un psicólogo o psiquiatra que le permita realizar un
proceso de mejoramiento de la autoimagen para que la persona vuelva a verse
como realmente es.
Debe tener un enfoque
multidisciplinario donde se maneje el aspecto psicológico enfocado en la
autoimagen. Desde el punto de vista fisiológico es importante descartar que
exista de base algún tipo de trastorno a nivel endocrino. Para esto es
necesario hacer exámenes de laboratorio para revisar que no exista esa posible
alteración.
Pese a que en los gimnasios existen
especialistas en nutrición deportiva y médicos de la misma área, no es
frecuente que se contemple contar con expertos en psicología que atiendan los
casos de vigorexia que suelen registrarse en estos centros.
¿Quiénes la padecen más?
Cualquier persona en el mundo puede
padecer de vigorexia, pero al tratarse de una enfermedad que involucra la
apariencia física, son más susceptibles de caer en ella las personas que están
en el mundo del espectáculo o quienes viven de su imagen. Lo que se ha logrado
establecer es que se presenta más en hombres que en mujeres y que generalmente
se da en edades entre los 20 y 35 años.
Saben que su imagen cuenta mucho en el momento
de sus contrataciones, sin embargo, eso no quiere decir que todo el que esté en
el espectáculo sufra de este trastorno porque cuida su cuerpo. En cuanto a los niños, también puede desarrollar el trastorno en la
adolescencia ante su preocupación por su físico, por su autoimagen, sobre todo
porque la sociedad nos vende estereotipos donde debe haber un desarrollo físico
especial en hombres y mujeres, y son edades sensibles en donde los niños pueden
verse inmensos en este tipo de trastornos.
Como cualquier trastorno, la vigorexia
afecta no solo a la persona que la padece, sino a quienes la rodean.
Como desean estar todo el tiempo en el
gimnasio, son personas que empiezan a dejar de lado su vida familiar y
emocional, abandonan otras actividades, hay aislamiento y solo quieren estar
con quienes refuercen su conducta”.
El trastorno se complica cuando la
persona además empieza a buscar una mejora en su estado físico a través de
sustancias que no han sido sugeridas por un experto.
Inician regímenes nutricionales altos
en proteínas y carbohidratos, descuidando la ingesta de lípidos que son
necesarios para el correcto funcionamiento del sistema endocrinológico.
Adicionalmente pueden automedicarse o seguir instrucciones de alguien con el
mismo trastorno y utilizar anabólicos que traen efectos secundarios”.
Médicamente
no existe un hallazgo que hable de la existencia de la vigorexia como
enfermedad, pese a la popularidad que ha tomado con la aparición de nuevos
casos.
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